jueves, 23 de octubre de 2014

QUANTUM POLÍTICO La injusticia nos une

Por Arístides Avilés

Hoy  ha quedado de manifiesto que la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la normal de Ayotzinapan en el estado de Guerrero, es ya un contrariedad de proporciones internacionales y ha puesto en evidencia lo que todo el mundo sabe en este país de simulaciones, la garantía de justicia que todo Estado debe no existe en México, es más, siempre ha sido una asignatura pendiente que se fía del hartazgo o el olvido.

El asunto es por demás grave, trágico e inocultable puesto que su índole es sistémico y le escupe a la cara a todo el mundo por igual, el narco gobierna de la mano del gobierno, lo peor es que no es nuevo, ni algo que se ignore, incluso al día de hoy seguimos aprendiendo lo mismo en las calles y la vida cotidiana, si se llega a tener duda de lo anterior les convido a un simple experimento, salga a la calle a preguntarle a cualquiera qué formas de corrupción conoce o ha tenido que practicar para salir de un aprieto; acto seguido pregunte cuáles son sus derechos civiles elementales consagrados en la Constitución Política Mexicana. Sus resultados resérvelos para reflexionar.

La influencia de la narcocultura es ámpliamente aceptada y promovida a través de canciones, actitudes e historias estilo antihéroe e incluso algunos son elevados a ídolos y santos. El regreso del PRI a Los Pinos vaticinaba que la supuesta lucha antinarco que promocionaba Felipe Calderón vendría a “solucionarse” por la regla de lo que “conviene a todos” y como se contaba en la historia negra de los Estados Unidos sobre como “jugaron sucio” para acabar con las mafias en donde acordaron con los capos grandes apara acabar con los pequeños y negociar beneficios el estado mexicano hizo lo propio con sus grandes carteles pero evidentemente la versión mexicana tuvo otras miras y otros alcances.

Desde el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en la década de 1928 a 1938, luego el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) de 1938 a 1946 y finalmente el nacimiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la fecha, por supuesto que todos los presidentes de este país pertenecieron desde 1929 hasta el 2000 pertenecieron a este partido y sus antecesores, no olvidemos que aún gobierna en 20 Estados del país y que el hecho de perder la presidencia por 12 años nunca significó que dejaría de existir o que su maquinaria dejará de funcionar.

La historia demuestra quien es el absoluto responsable de la formación “política” del Estado y de quienes formaron a imagen y semejanza a narcos, empresarios, clase política y aparatos de seguridad al servicio del poder; el asunto es que todos heredamos de una u otra forma la corrupción, la injusticia, la simulación, el fraude y el abuso, lo peor es que nos acostumbramos a vivir con todo de forma cotidiana, nos habituamos a verlo y aprendimos a saber que la máxima más efectiva era “el que no tranza, no avanza”.

Los desaparecidos atribuidos al Estado se cuentan por miles en historias conocidas por todos, asesinados o masacrados son también recurrentes, pero lo común, lo cotidiano, es el devenir diario en medio de las injusticias desde el humilde indígena hasta los ciudadanos de a pie o los extranjeros que tuvieron la poca fortuna de conocer nuestra triste y doliente realidad. El actual Presidente de México, Enrique Peña Nieto, es un producto no tiene, ni tendrá nunca, la capacidad de gobernar o entender al País que presumiblemente gobierna, él no es el problema. El PRI jamás dejará de ser fiel a su naturaleza y de mostrar los mismos vicios al igual que el PAN y el PRD o cualquier otro partido que al fin se somete a las mismas prácticas aunque entre sus filas haya garbanzos de a libra.

El verdadero problema reside en nosotros en permitir que esto se replique e incluso se eduque para tener que “pasarse de listo”, nosotros somos quienes tenemos que reaccionar. Hoy se dieron cita cientos de miles de personas en su mayoría estudiantes (cuando pensamos que podemos protestar para luego aceptar que ya no estamos para eso), amas de casa, familias completas con pequeños, organizaciones sociales, grupos políticos, gente que normalmente no marcha estuvo ahí y desde hace 14 años no recuerdo una movilización que haya unificado así a los diversos sectores sociales.

Hoy se ha dado un nuevo fenómeno en la historia de este país y se deja un precedente esperanzador, quien no marchó, posteó en Facebook o tuiteó algo en redes sociales, hoy los 43 rostros de los normalistas desaparecidos trascendieron las fronteras nacionales e hicieron eco en tantas historias inconclusas con el mismo dolor, con culpables, con pruebas, con investigaciones y documentadas hasta el cansancio pero con exactamente el mismo resultado la insultante injusticia que atenta contra todos.

Hoy hace días, meses, años, lustros, décadas o más nos hermana lo mismo, aspiramos a ser mejores y tener un mejor país para las generaciones futuras, más vale que entendamos que queda completamente invalidada la frase de “hoy les toca a los jóvenes seguir con la lucha”, este eufemismo para decirles honestamente esto ya no es mi problema y no me importa, no debe ser más la explicación de la falta de acción y compromiso porque ello conlleva a este escenario. Los ciudadanos marcharon desde el Ángel hasta el Zócalo, eran las 10:30 de la noche y el último contingente apenas ingresaba a la plancha 4 horas y media de un mar de gente que al unísono exigieron lo que cualquiera desearía justicia; “Vivos se los llevaron vivos los queremos”.


Ayotzinapan somos todos, nos duele y nos involucra de una o de otra forma que no se nos olvide que los 43 desaparecidos pudieron ser nuestros hermanos, hijos, amigos, conocidos o nosotros mismos, México no puede ni debe seguir así de nosotros depende siempre que los malos gobernantes se mantengan o que los narcos se vuelvan modelos a seguir, decía Jean Paul Sartre “Mi forma de actuar me hace responsable ante todo el mundo” lo que se haga vale más, de lo que dejamos que suceda sin hacer nada al respecto. 

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