miércoles, 13 de marzo de 2013

El reloj profético y los rostros del nuevo papa argentino

Foto tomada de Twitter
Mario Peña Guillén /Criptograma Noticias.

Al elegirse un papa argentino, podría dejar tranquilos a algunos por el momento. Y es que para la comunidad cristiana en el mundo, la llegada de un papa negro (de raza negra) a la llamada "Silla de Pedro", en El Vaticano, es indicio de la llegada del fin de los tiempos, que se le conoce en la religión como el periodo santo de "La gracia". 

Los creyentes consideran, además, que la llegada de un Papa judio sería el arribo del anticristo y el inicio de una faceta para la humanidad de muchas complicaciones. La siguiente dispensación, denominada "La gran tribulación".   

Aquí es donde uno se pregunta, ¿el reloj profético del cristianismo y del libro más comprado del mundo, La Biblia, se encuentra en Jerusalén, con la construcción del Templo de Salomón o en Roma en la elección de un nuevo Papa? 

Pero más allá de eso, nos podemos centrar en la imagen del recién electo papa de la Iglesia católica. Se trata del cardenal arzobispo de Buenos Aires, Argentina, Jorge Mario Bergoglio, jesuita de 76 años; es el primer latinoamericano y el primer miembro de la compañía de Jesús que dirige la Iglesia católica. 

Fue electo a las 19:08, tiempo de Roma, en la bota itálica, donde tras al menos cuatro votaciones y dos fumatas negras, los 115 cardenales electores decidieron que fuese Bergoglio. Con la fumata blanca dieron aviso a la multitud que espectante se congregó en la Plaza de San Pedro, en El Vaticano, en el centro de las decisiones de la poderosa iglesia Católica. El nuevo Papa deberá convivir en la "santa sede" con el papa emérito, Benedicto XVI.

Bergoglio, jesuita ortodoxo en cuestiones dogmáticas, pero flexible en materia de ética sexual, cita el periódico español El País. Desde el balcón, ha dado las gracias y ha pedido una oración por su antecesor, el pontífice emérito, dice el rotativo.

Sin embargo, vamos a la otra cara de la moneda, la que maneja la Agencia Británica Reuters. En ella habla del hombre que llegó a ser sacerdote a los 32 años. El mismo que perdió un pulmón a los 22 por una enfermedad respiratoria y por lo que dejó sus estudios en química. 

Líder nato, en cuatro años llegó a encabezar la congregación jesuita local, un cargo que ejerció de 1973 a 1979. Pero este ascenso se produjo durante uno de los períodos más oscuros de la Argentina, lo que le deparó fuertes críticas: la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1982.


Según los datos recopilados, el cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. La acusación añade que Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.

Lo anterior se desprende del libro El silencio del periodista Horacio Verbitsky, también presidente de la entidad privada defensora de los derechos humanos CELS. Se apoya en manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados, antes de fallecer por causas naturales en 2000.

“La historia lo condena: lo muestra como alguien opuesto a todas las experiencias innovadoras de la Iglesia y sobre todo, en la época de la dictadura, lo muestra muy cercano al poder militar”, refirió hace algunos años el sociólogo Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Sin embargo, los detractores de esa postura sostienen que no está probada y que, por el contrario, Bergoglio ayudó a muchos a escapar de las fuerzas armadas durante los años de plomo.

Lejos de la mancha ignominiosa de la dictadura que aún sobrevuela sobre muchos de los que tuvieron actividad pública en esa etapa de Argentina, en los pasillos de El Vaticano se dice que esperan que este hombre silencioso conduzca la estructura de la iglesia con mano férrea y con una marcada preocupación social.

Con retórica filosa, aguda, Bergoglio se ha caracterizado también por apuntar las críticas sobre los políticos argentinos, al señalar que no combaten la pobreza y querer enquistarse en el poder.

Apenas en 2010, se enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, escribió Bergoglio en una carta días antes de que el proyecto fuera aprobado por el Congreso.

Cardenal desde 1998, muchos de los pares que eligieron a Bergoglio lo conocieron por su inesperada y reconocida actuación de relator durante el Sínodo de purpurados del 2001.

Hijo de un hogar de clase media con cinco hijos, de padre ferroviario y madre ama de casa, poco afecto a aceptar invitaciones privadas y poseedor de un “pensamiento táctico”, según los especialistas, ahora deberá presentar sus credenciales ante más de mil millones de católicos. 

Veremos entonces si Bergoglio tiene la mano dura para revertir al tradicionalismo histórico, miles de exigencias de derechos e igualdad que no son bien vistos por la iglesia de Roma porque "eso Dios no lo acepta". 

Criptograma Noticias.

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